jueves, noviembre 02, 2006

Extraño

Mientras caminábamos por los pasillos del Hoyts de Unicenter, después de haber visto Nacido y criado, Elamigoamericano me decía que con las películas de Trapero le pasa algo particular: si bien puede decir que le gustan, incluso mucho alguna, siempre tiene algún pero. Lo que a mí me pasa, le dije, es que no sé bien qué pensar en un primer momento, porque esa dualidad que se da entre lo cotidiano de las situaciones y el carácter extraño de las imágenes me deja un poco confundido, al menos sin la posibilidad de hacer una evaluación inmediata. Luego, con el tiempo, agrego, las películas se van afirmando en mi cabeza. Así es que hoy por hoy pienso que tanto Mundo Grúa, El Bonaerense y la menospreciada Familia rodante me parecen películas muy valiosas e interesantes, que conforman la filmografía en pleno desarrollo de un director que está interesado, más que nada, en explorar la potencialidad de las imágenes y los sonidos y para quien hacer cine poco tiene que ver con el armado y la lógica argumental , con la exposición técnica y menos aún con la construcción de un mensaje.
Creo que de todos los directores del llamado Nuevo cine argentino Trapero ha sido el más incomprendido, tanto por sus detractores como por algunos de sus defensores, quienes generalmente ensayaron opiniones a favor desde el lugar y por los motivos equivocados. Trapero no es un neorrealista, ni un costumbrista ni mucho menos un cronista de la situación social. Trapero es, por un lado, un cienasta dispuesto a explorar las posibilidades expresivas del cine, y por otro, es un buceador de las angustias más íntimas y de las zonas más oscuras del hombre. Y estas dos vertientes se sostienen entre sí, claro, y una no puede existir sin la otra. La puesta en escena de Nacido y criado, muy rigurosa y hasta virtuosa por momentos, nunca se siente calculada o mecánica porque es sostenida por los personajes, por todo lo que ellos sufren (en las películas de Trapero, básicamente, la gente sufre, hasta cuando se ríe o tiene sexo). Y a su vez, si llegamos a captar algo de lo que le pasa a estos personajes (es difícil ponerlo en palabras, digo ¿qué es exactamente lo que le pasa a Santiago en esta película o a Zapa en El bonaerense?) es porque la puesta en escena es la que nos permite sentir, aunque no saber, qué les pasa. Y ese sentir sin saber es lo que genera lo extraño y lo incómodo. El principio de la película describe una familia armoniosa, blanquísima como su moderna casa, de buen pasar económico. Sin embargo, un par de pequeños detalles de la puesta, como la ventana que da a la calle en el fondo, algunos planos insertados del paisaje patagónico o un pequeño gesto en la cara de Santiago tomado desde un ángulo determinado, nos genera un cierta inestabilidad. Evidentemente no todo es tan feliz como parece. Y no sabemos bien por qué; y los personajes tampoco: de ahí su angustia, y de ahí también la incomodidad que transmite la película.
Este no saber de los personajes, que se extiende a los espectadores, creo que responde al no saber del director. No es que no sepa porque no puede resolver el material que tiene entre manos. Es un no saber más profundo. Trapero, como dije, es un buceador de las angustias del hombre, pero no por ello está obligado a tener respuestas. Puede hacer sentir la soledad, el miedo, la frustración, la violencia, el dolor. Pero no puede encontrarles explicación (¿alguien puede?) .

Entiendo que es posible objetarle muchas cosas a la manera en la que procede Trapero. Todas sus películas, y Nacido y criado no es la excepción, pueden considerarse como desparejas. Pero no tengo dudas de que el suyo es un cine que vale la pena ser visto y sufrido.

5 comentarios:

M. dijo...

Estoy de acuerdo con usted mi amigo, y agrego que, a mi parecer y a pesar de que me gustan también sus films anteriores, este es el mejor Trapero que he visto, el de Nacido y Criado.

Ah, y su mujer está más que bien.

Anónimo dijo...

Trapero es el director con mas suerte del cine argentino..siempre estuvo en el lugar correcto en el momento adecuado. De hecho es el director argentino mejor conceptuado en Cannes y Rotterdam.

20 años antes hubiese estado orgulloso de hacer Esperando la carroza.

Que se yo el tipo filma bien (tampoco es extraordinario) pero es capaz de convertir una pelicula sobre un cadete de la federal o una road movie en algo absolutamente carente de encanto cinematografico (que no es el encanto de postal)..De hecho es el tipo de encanto (el de postal) al que Trapero se aproxima..

La teoria del no saber, es mas propia de esos directores que creen que hacer cine es encuadrar (Reyero, Moreno, Trapero, Ortega y Rosenfeld). No digo que inunden de certezas la pantalla, pero si que comprendan lo que estan haciendo y porque hacen lo que hacen.

Si Trapero no fuera ahijado artistico de Quintin, todos los defectos que Quintin le achaca a los nuevos directores del cine argentino estarian representados en una sola persona: Pablo Trapero

Anónimo dijo...

cadete de la bonaerense, tuve un lapsus

Sebastián Nuñez dijo...

Evidentemente no coincidimos en el juicio estético de las películas de Trapero, pero en eso que decís sobre su suerte es acertado. Yo agregaría que fue el más hábil de los directores de su generación para poder insertarse en cierto "mercado".
Pero creo que esto no le quita nada de valor a su cine.
EN el resto es claro que no lo vemos igual, para mi las imágenes de Trapero están cargadas de ambigüedad, alejadas de la chatura postal.

Anónimo dijo...

grande sebaclint
muy buena esta especie de critica.
El fin de semana la fui a ver y no sabía que carajo me pasaba con esta película (sabpía que me habia gustado pero no mucho mas) y ahi esta, el tema es ese extrañamiento melancolico que produce.
El cazador que no caza, en la nieve para apagar tanto fuego...
En fin, gracias por prestarme tus palabras.