jueves, diciembre 24, 2009

Lecturas de 2009

"Los hombres irreflexivos son lectores descuidados, y sólo los hombres reflexivos son lectores cuidadosos".
Leo Strauss, La persecución y el arte de escribir.



"Lucy cerró la puerta y encendió la lámpara. Sólo tenía un traje de noche, el de gasa negra que se ponía para ir a los conciertos. Sin embargo, pensó, si él quisiera cenar con una mujer bien vestida podría pedírselo a muchas. Sebastian ya debía de saber que ella no tenía muchos vestidos, y si a él no le importaba, a ella tampoco debía importarle. Aun así, habría dado cualquier cosa por tener algo nuevo que ponerse para él".
Willa Cather, Lucy Gayheart.

"América era todavía -o esa parte de América a lo sumo- una tierra en la cual la ensoñación por una edad de oro o primigenio regreso a las fuentes no había desaparecido de las cuentas y suertes a las que se entregan los hombres".
Ángel Faretta, Tempestad y Asalto.

"La belleza espléndida pertenece al orden religioso: fascina y atrae al espíritu al mismo tiempo que despierta su temor reverencial. Despierta el misterio del ser tanto como venera la espera del espíritu. Nos transporta a un tiempo nuevo, no ya desazonado por su futuro incierto, sino sosegado, que nos invita a unirnos a nuestro misterio y al ser que se entrega. La experiencia de la belleza engendra así la experiencia de lo real, en que se alían el espíritu y el ente en el entrecruzamiento y la consolidación de su dinamismo respectivo".
Paul Gilbert, Metafísica, la paciencia del ser.

"Ya que lo primero para nosotros no es la comprensión filosófica de la ciudad sino la comprensión inherente a la ciudad como tal, a la ciudad prefilosófica, por la cual la ciudad se ve a sí misma sujeta y supeditada a lo divino en la interpretación corriente de lo divino o por la cual eleva su mirada hacia lo divino. Sólo comenzando desde este punto estaremos expuestos al impacto pleno de la pregunta de una importancia fundamental, coetánea de la filosofía aunque los filósofos no la pronuncien con frecuencia: la pregunta quid sit deus".
Leo Strauss, La ciudad y el hombre.

"Por consiguiente, todas las antipatías que inspira la palabra dictadura, y que incluso hacen sospechoso a quien considere ese régimen con la máxima objetividad, tienen que acumularse contra Donoso Cortés, y tanto a él como a cuantos tratan de hacerle justicia les alcanza el viejo axioma latino rumor dictatoris inicundus bonis".
Carl Schmitt, Interpretación europea de Donoso Cortés.

" Todo intento (y hay muchos) de volver a introducir hoy, en una era democrática, un orden jerárquico está condenado al fracaso; se quedan en una nostalgia romántica o se convierten en una pesadilla totalitaria, porque las condiciones cosmológicas, epistemológicas y teológicas para un orden jerárquico fueron destruidas".
Jacob Taubes, Del culto a la cultura.

"Debido a esta terrenalización de lo infernal, así como a la renovada apetencia por el misterio y la creciente banalización del mal, resurgieron manifestaciones estéticas bajo la forma matriz de una pasión amorosa extraterrena, casi extática, pero desarrollada muy terrenalmente. Esta terrenalidad vuelta o vivida como sublimidad abona la contradicción que es factor constante de la condición y de la representación melodramáticas. Pasa por la ópera, el folletín, el thriller y el melodrama teatral, abona al cine y su concepto y se extiende a lo largo de la poética del tango argentino".
Ángel Faretta, La pasión manda, de la condición y representación melodramáticas.

"La mujer desdeñada, extraña a la vida del esposo y recluida en los muros de un sombrío castillo aguardando su regreso, sigue siendo una imagen sólidamente fija en muchos espíritus, pero no es más cierta que la del siervo que agita los estanques para hacer callar a las ranas y otras tonterías heredadas de los tiempos en que la barbarie de la Edad Media era un dogma indiscutible".
Regine Pernoud, Leonor de Aquitania.

"Cuando está maduro, el secreto se expresa a través de signos, de cantos, de códigos estereotipados, más que por medio de un discurso transparente".
Philippe Ariès, Ensayos de la memoria.

miércoles, diciembre 16, 2009

Novedad


La editorial Djaen nos acerca el nuevo libro de Ángel Faretta: La pasión manda, de la condición y la representación melodramáticas.

Un libro con cien puertas y con varias idas y vueltas que convergen en un mismo centro.

Un libro mosaico, de estructura cambiante, imposible de clasificar (y domesticar) según las obligatorias especificaciones de la modernidad: no es un libro de filosofía, ni de historia, ni de antropología, ni de estética, ni de teología, y menos aún de cine. En todo caso, se trata de un libro que incluye todo ello. O mejor aún: que vuelve todas esas ramas del pensamiento una sola y misma cosa. La potencia de un pensamiento operativo que elude las disoluciones impuestas se vuelve aquí todavía más transparente.

Un libro que define con profundidad y precisión qué es el melodrama, cuáles son sus características estético-espirituales, de dónde proviene, cuál es su particularidad dentro del concepto del cine, y cuáles sus posiciones polémicas respecto a su época.

Un libro de análisis histórico, cultural, político y espiritual sobre la modernidad en general y sobre la Argentina en particular a partir de la verticalidad dada por las singularidades melodrámaticas definidas.

Un libro arrebatador que entre análisis, pensamientos, referencias, citas, nombres y descripciones de época, nos da mucho material para reflexionar, discutir y aplicar. Para entender y disfrutar.

lunes, agosto 10, 2009

Una recomendación


Esto de recomendar algo, confieso, hay que adjudicárselo más a la haraganería de quien esto escribe que a su ímpetu educativo o solidaridad intelectual. Lo mejor que se puede hacer frente a un hecho estético destacable –en este caso una serie de tv- es analizarlo para luego poner de manifiesto el porqué de esa relevancia. Es por esto que si se limita todo a una recomendación, en realidad se está (estoy) esquivando aquella tarea.

Con las disculpas correspondientes entonces, paso a recomendar la miniserie inglesa Apparitions, que fue emitida originalmente en 2008 por la BBC. La misma consta de seis capítulos de una hora cada uno, en los que se narra la historia del Padre Jacob, sacerdote que lleva adelante la tarea de investigar posibles casos de santidad, hasta que una serie de hechos lo ponen frente a la responsabilidad de asumir otra tarea, de la que en principio él no quiere saber nada: ser un exorcista. Jacob tiene un don especial para realizar exorcismos, y por ello los demonios le temen. Cuando finalmente las manifestaciones del Mal se vuelvan incontenibles, asumirá su responsabilidad para librar la batalla.

Digamos que luego de El Exorcista de William Freidkin, toda ficción que se relacione con el tema de esa obra maestra no será más que una nota a pie de página. Por ello, si bien hay algunos casos de películas posteriores a la de Friedkin, no hay mucho material destacable. En ese sentido Apparitions es una sorpresa: por su buena base teológica, por la inteligencia con la que se hace referencia a ciertos temas –la relación del catolicismo con otras religiones, por ejemplo, siempre a partir de la particularidad del hecho narrado- sin que suenen burdas y obvias bajadas de líneas aunque se asuma una clara posición, por la calidad de sus diálogos, por la riqueza de sus personajes, por su exploración en los misterios de la Fe, y, sobre todo, por tomarse al Mal en serio y no como un jueguito reducido a mero espectáculo (como el noventa por ciento de los films de horror actuales). Y también porque es un muy buen relato fantástico, realmente fantástico, que transmite mucho miedo y emoción genuinas, esas sensaciones que aparecen frente a lo Otro. Tal vez, como aspecto negativo, haya que señalar que el comienzo es un poco atolondrado; si lo mejor en un relato de horror y fantástico es ir presentando la irrupción de lo monstruoso poco a poco, aquí aparece muy rápido, se va a los bifes sin mucha preparación digamos. Pero lentamente ese mal efecto va quedando de lado y se impone una muy lograda narración.

Por último, unas palabras para lo mejor de la serie: su protagonista, el enorme y admirable Padre Jacob, interpretado por Martin Shaw. Su inquebrantable Fe, su inteligencia, su valentía y cada una de sus frases (ya sea frente a un superior, a quien le recuerda qué es históricamente la Iglesia, cuando su interlocutor parece querer negarla, o frente a la escéptica monja que le imponen cerca para controlarlo) lo convierten en uno de los mejores personajes que haya dado la tv y/o el cine en los últimos años. Alguien que también vió la serie, creyente pero algo enemistado con la parte eclesiástica del catolicismo, me dijo algo así: “si encontrara un cura como Jacob, se me irían todos los peros que tengo”. Sin querer plantear aquí una discusión sobre esa postura, creo que esto describe a la perfección la empatía que puede producir el personaje. Por mi parte, ya tengo guardado en mi recuerdo varias de sus palabras y frases, muchas veces cortas y contundentes, como cuando le recuerda a la monja, ya en los momentos decisivos de la historia, que lo mejor que puede hacer para ayudarlo es quedarse en la capilla y rezar. “El rezo es el arma más poderosa que tenemos”. El Padre Jacob es -fundamentalmente- toda una enseñanza de Fe. En fin, recomiendo ver Apparitions. Un muy buen relato fantástico. Una gran historia de horror (como el cine ya pocas veces, muy pocas veces, logra contar). Un enorme melodrama religioso.


Link para descarga http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/2585486/Apparitions--Temporada-1--Completa.html

martes, mayo 12, 2009

Ángel Faretta: exégesis de la clase B



La Fundación Walter Benjamin presenta el ciclo de
Ángel Faretta
EL CINE DE CLASE B
Una forma ejemplar del concepto de cine

Se proyectarán los nueve Films ejemplares del modo clase B producidos por Val Lewton entre 1941 y 1946.

La mujer pantera
Yo caminé con un Zombi
El hombre Leopardo
La séptima victima
El barco fantasma
La maldición de la mujer pantera
El ladrón de cadáveres
La isla de los muertos
Bedlam

Antes de cada proyección, Ángel Faretta expondrá los ejes principales de su concepción del cine articulada con los elementos característicos de la Clase B en el modo de seminario-taller.
Esos ejes son:

1. Definición como modo de Producción
2. Segunda definición como modo de representación.
3. Tipologías y variantes del cine de clase B
4. Épocas y obras ejemplares del cine de clase B
5. Raíces e influencias culturales del cine de clase B
6. El terror, lo fantástico y lo detectivesco

Informes e inscripción
Fundación Walter Benjamin
Instituto de Comunicación y Cultura Contemporánea
Lavalleja 1390, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Tel.: (+54 11) 4833-7086, de 16:30 a 20:30hs
info@walterbenjamin.org.ar - www.walterbenjamin.org.ar

viernes, marzo 06, 2009

Watchmen, de Zack Zynder: Negación, confusión e inversión

Muchas cosas le debemos al cine. En menos de cien años fue capaz de recorrer, analizar, juzgar y finalmente reconfigurar toda la historia de Occidente.

En esta era de negación, confusión e inversión, el cine fue (y es, ya que sus obras siguen operando más allá del paso tiempo, si así somos capaces de verlo) un puente precioso que le permitió al hombre moderno recordar su origen, su tradición. El pensar analógico, la capacidad mito-poética, las funciones terrenales (haciendo fuerte hincapié en la heroica), la condición trágica y los valores trascendentes fueron elementos que el cine, a través de sus obras, volvió a poner en circulación, reconfigurándolos a través de diégesis “contemporáneas”.

Esa reconfiguración fue una operación necesaria, además de otro de los actos de aceptación por parte cine. Lo que aceptó fue el estado del mundo, su materialismo y mentalidad pragmática. Y así, aceptando tal fatalidad, fue capaz de llevar adelante aquella reconfiguración (extremando lo hecho por un Poe, por ejemplo).

Pero dicha reconfiguración siempre esquivó la confusión, la alegorización y la inversión de aquellas capacidades tradicionales. Así es como, por ejemplo, en el western vemos el despliegue del heroísmo homérico bajo otras formas, reactualizado y en constante accionar. Así también vemos en Hitchcock la aparición permanente de mitos que no se nombran de forma explícita (aunque se nos dé pistas muy claras al respecto). Lo importante, claro, no es tanto el hecho de reconocer a qué mito en particular refiere cada película o escena filmada por el Maestro como la transmisión de los fondos de ser de esos mitos.

El cine entonces acepta la condición del mundo para simultáneamente señalar las puertas de salida; o los puentes que nos ayudarían a pasar por arriba de esta tierra baldía; o como lo hizo James Cameron no hace muchos años, los botes para sobrevivir al naufragio.

Watchmen, película adaptación de un famoso y aclamado comic, es todo lo contrario a lo que venimos describiendo sobre el cine. Es una negación constante. Por un lado niega todo orden narrativo y estético. En lugar de ese orden, impone un caos que abruma con sonidos furibundos y violencia, ralentis efectistas y canciones famosas. La narración se deshace en subtramas y flashbacks que también abruman en lugar de enriquecer el relato. Y como si no fuera suficiente, Watchmen busca compensar su espectacularidad vacua con un tono solemne que atraviesa las casi tres horas que dura. Pareciera que hay una pretensión (pseudo)filosófica en la película, con cada personaje representando diferentes posturas. Así se expresa en cada diálogo, siempre pronunciado con un tono de gravedad que lleva a la risa. Se habla de la percepción del tiempo, de principios morales, de Alejandro Magno, de faraones, hay un personaje con cualidades que se suponen divinas... La operación es simple: la idea de hacer algo prestigioso citando o nombrando ciertos temas que de por sí se creen importantes, sin reparar en que en todo caso lo importante es hacer de esos temas algo actual, que se despliegue frente al espectador en estado operativo.
Es, como se ve, un híbrido, una gran celebración del estado de confusión mediante la anulación del potencial estético-simbólico del cine.

Y la confusión lleva a la inversión. Creyendo que se reflexiona sobre lo heroico, ese elemento se niega y se invierte. No hay héroes ambiguos o conflictuados. Hay, sin más, personas con ciertas capacidades extraordinarias (físicas, intelectuales) incapaces de usarlas con virtud. Alguien podría decir que justamente lo que la película plantea es que en un mundo como el que se describe en la fábula es imposible tal cosa. Pero para eso sería necesaria la aparición de algún elemento que se contraponga a ese (des)orden establecido y cuya voluntad sea vencida o imposibilitada de desarrollar. Ni hay contraposición alguna, ni de manera explicita y mucho menos simbólica. Las puertas están cerradas, los puentes derrumbados y los botes hundidos. Sencillamente porque no hay más allá posible. Y es esto último la causa de todos los males de la película.

Es posible que Watchmen grite que el mundo es una porquería, feo, violento, inexplicable. Lo hace a grito furioso, haciéndose notar. Pero decide quedarse ahí, convirtiéndolo en espectáculo masivo, en una celebración cínica. Tan cínica como todos sus protagonistas.

Watchmen es una larga publicidad de algo que el cine, con su sentido heroico y trascendente, siempre combatió: el nihilismo.

jueves, febrero 19, 2009

Más anotaciones a partir de Valquiria

* Leo por ahí que Operación Valquiria (así es el título local) es una “película promedio”. ¿Promedio?


*Tal cosa sólo podría afirmarse si los films utilizados para obtener tal promedio son de la década del 50´.

*Frente a los diferentes conflictos bélicos, el cine de Hollywood siempre optó por adoptar otra posición. En primer lugar desde toda perspectiva “histórica” e “ideológica”. Pero sobre todo utilizó tales conflictos como puntos de partida, como potenciales diégesis para desplegar un abanico de posibilidades simbólicas y para volver universales e intemporales los valores que esas posibilidades contienen. El heroísmo, entendido como función –sea esta trascendental o moral- es uno de ellos. Operación Valquiria es eso.

*En realidad, más que hacer universales e intemporales esos valores, el cine nos recuerda la universalidad e intemporalidad de ellos.

*De ninguna manera Operación Valquiria es una obra maestra. La media del cine actual puede confundirnos. Por ello debemos ser claros e insistentes: es una película promedio de la década del 50´.

*Leo también: “...más heroísmo que humanidad, en un filme que antepone el thriller al hondo, inabarcable drama histórico”. Esto está dicho, claro está, como una impugnación a la película de Singer. Si el autor de la frase hubiera entendido el cine, habría utilizado esas palabras para escribir una frase parecida, pero seguramente elogiosa.

miércoles, febrero 18, 2009

Apuntes para una futura crítica de Valquiria


·Valquiria muestra el camino que un director como Bryan Singer debería seguir (al igual que Christopher Nolan y David Fincher): uno que esquive tanto los vicios del entertainment como así también la tentanción de verse reconocido como auteur.

·Valquiria es, digamos, una película de Estudio. En cuanto a que se desprende de ella un espíritu clásico (en el sentido más hollywoodense del término) de economía narrativa e interpretativa.

·En Valquiria todos los personajes quedan definidos en sus acciones. No hay psicologismos. Un par de palabras, un par de gestos, y la forma de actuar frente a los hechos definen con detenimiento a cada uno de ellos. Y eso conforma, claro, la profundidad de la película.

·Los hechos que se narran en Valquiria están, obviamente, y con relación a eso que se llama “verdad histórica”, un poco distorsionados. Por ejemplo se omite que en dicha conspiración contra Hitler estuvieron involucrados sacerdotes jesuitas y miembros de la iglesia luterana. Pero sabemos que a la hora de transformase en película -por su puesto si tal película es capaz de acercarse al concepto del cine-, la “verdad histórica” no puede ser un parámetro de evaluación (salvo claro, que se llegue a disparates extremos como los de -perdón- El código Da Vinci, donde la idiotez y la ignorancia alcanza niveles cósmicos; ahí es diferente, y además, por supuesto, eso está por fuera del cine, y de toda actividad honrosa vale decir).

·Valquiria tiene como centro la función heroica.

·La constante aparición del elemento heroico, sus configuraciones y reconfiguraciones, es uno de los pilares del cine.

·El héroe de Valquiria, Claus Von Stauffenberg, es un militar católico en busca de redención. Y esa redención es en primera instancia particular, pero no solamente.

·El Héroe es quien decide. Bien claro lo dice: “Vine a tomar decisiones. Y a ayudar a que otros las tomen”.

·Una de las mejores imágenes de Valquiria muestra a Von Stauffenberg pensativo, mientras un espejo nos devuelve su imagen con un crucifijo sobre su cabeza. Ahí sabemos a qué responden las decisiones del Héroe. Antes los movimientos de una lámpara colgante como consecuencia de un bombardeo, y música de Wagner de fondo, ya nos había anticipado la irrupción de la verticalidad.

·Wagner. Le dice Hitler a Von Stauffenberg en un encuentro: “Quien no entiende a Wagner, nunca entenderá el nacionalsocialismo”. Antes había explicado qué son las Valquirias. La genealogía de los delirios pseudomíticos de cierto pensamiento alemán es puesta de manifiesto en Valquiria. Claus Von Stauffenberg los enfrentará desde su fe y heroicidad cristiana.

·De ese enfrentamiento -que mediante la operación estética del cine se vuelve símbolo del enfrentamiento eterno- nace esta buena película.

Interesante y acertado comentario del amigo Fabián en su blog:http://anotandocine.blogspot.com/

martes, febrero 17, 2009

Hace once años, o sea el 17 de febrero de 1998, también martes, moría en Wilflingen, Ernst Jünger. Tenía 103 años.

¿Qué sentido tiene recordar esta fecha? Simplemente es una excusa para recordarlo. Una excusa nada casual, ya que hoy me disponía a releer uno de sus libros, y al leer el prólogo noté la coincidencia de las fechas. Como dije: ninguna casualidad.
Entonces, eso, una excusa para recordar a Jünger, para intensificar la lectura de sus obras. Volver a sus pensamientos, sus experiencias, su imaginación.
Claro que no es difícil volver a un autor así. Es, más bien, inevitable. Y necesario.
Jünger es LA mirada del siglo XX. Es la voz cortante y constante. A veces dolorosa, siempre lúcida; de particular belleza en su despliegue.

Es un autor que se adhiere. Uno lo lleva consigo y lo tiene ahí, cerca del oído. Siempre.
El viento ha querido soplar seguido, muy seguido, en las páginas de este maravilloso
emboscado.


jueves, enero 15, 2009

Una Historia fantástica

A pocos días de comenzado el año apareció, como un regalo de Reyes más que bienvenido, Tempestad y asalto, primera novela de Ángel Faretta que desde el título mismo establece su linaje espiritual y estilístico.
Tempestad y asalto
, Sturm und Drang en alemán, refiere, sin más, a aquel movimiento que dio origen al Romanticismo y que tenía como fin terminar con el así llamado iluminismo. La novela de Faretta, ambientada en la otra América, la del sur, entre la segunda mitad del siglo XVIII y los primeros años del XIX, se inscribe tal vez como la primera obra verdaderamente romántica producida en Argentina. Decimos “verdaderamente romántica” porque hubo desde siempre un malentendido, incluso una inversión, del sentido real de ese movimiento que opuso a la ilustración, al racionalismo y a sus ilusiones tiránicas de progreso una serie de ideas, sentimientos y expresiones anímicas que se tradujeron en diferentes formas de representación, entre las que se destacó el relato fantástico, fruto de la imaginación de ciertas mentalidades que se resistían a vender sus almas y resignarse a tomar el camino que Europa empezaba a trazar como único posible. Ese estado anímico y mental de los románticos puede resumirse, tomando un ejemplo claro y cuyo eco resuena en Tempestad y asalto, en el nombre de E.T.A Hoffman, autor del ejemplar cuento El hombre de arena. Caminado seguro por esas sendas, Faretta construye su novela a partir de las aventuras de Santiago Lenz y Afín Urruchúa, quienes deben enfrentarse a un misterioso personaje llamado Mertens, que antes fue el profesor de “física trascendental” Kleist, y que antes fue... tantos, tantos otros hombres. La constante aparición de este caballero, sus siniestras intenciones, sus conocimientos alquímicos y las consecuencias que esos conocimientos generan en el interior del joven Lenz son pistas suficientes para que podamos entrever su verdadera, maligna, identidad. A partir de este enfrentamiento, sugerido en las primeras páginas y luego resuelto en un final tan potente en imágenes que nos hace pensar en el mejor John Carpenter, el autor irá tejiendo toda una red de situaciones y peripecias fantásticas (y lo fantástico es, sin más, reflejo poético de la metafísica) que hacen de la lectura de la novela una experiencia por demás placentera, mientras que su halo misterioso hará que nos preguntemos qué hay detrás del relato.


Y aquí sería bueno que nos planteáramos la siguiente pregunta: ¿cómo es posible escribir un relato de esta clase en esta época y en este lado del mundo sin caer en un neo o tardo-romanticismo, en el ejercicio de estilo vacuo? La respuesta, luego de leer Tempestad y asalto, es: desde la autoconciencia (1) . Este saber autoconciente le permite al autor reconocer los límites del Romanticismo, y más aún, aceptar que no se puede –no se debe- ser romántico en nuestra época, sino que, en todo caso, se debe tomar de ese movimiento lo que tiene de operativo y reactualizarlo. Para ello, genial y sintéticamente, Faretta recurre a otro movimiento, aquel que tuvo más claros sus fines y política: el Barroco. Y este elemento se refracta en el costado histórico de la novela que pone de relieve algunos de los sucesos que fueron anticipando el nacimiento de nuestra Nación. Este plus que Faretta le da al relato fantástico, esta vuelta que le agrega a la espiral (figura simbólica que aparece una y otra vez a lo largo libro) actúa como cura y evita la caída en ese posible neo o tardo-romanticismo (2).

Referirse a lo barroco, si se entiende bien el término, es hacerlo directa o indirectamente, a la obra de los hombres de la Compañía de Jesús, protagonistas fundamentales de Tempestad y asalto. Buena parte de la fábula transcurre en los tiempos de la expulsión de estos hombres, situación ante la cual algunos optaron por la resistencia, otros se resignaron, y finalmente un tercer grupo tomó la decisión de “entrar en el mundo”. Así, simulando ser parte del nuevo orden (emboscándose, decimos, tomando palabras de Jünger) los viejos integrantes de la Compañía permanecieron como sociedad secreta, como guardianes de la Tradición, que en el nuevo mundo ya comenzaba a ser borrada. Uno de esos hombres es Theodor Lenz, padre de Santiago nada menos.

Pero la impronta barroca de la novela no se reduce a meras referencias sobre los jesuitas sino que se deja notar en el talante y la construcción de sus frases, que a veces parecen hacer una de más, pero no como producto de quien carece de estilo y entonces agrega más palabras sin sentido, sino como –precisamente- ese proceder jesuítico en el que, como explica Urruchúa en alguna de las páginas de su diario, hay “un ritualizado desgaste, un desperdicio minucioso de lo superfluo, como quien se purga de una sangre demasiado espesa, un carácter siempre cercano a la ira, una plétora siempre a punto de rebosar por exceso de imaginación y de alcanzar su hybris. Y en ese desagotar lo excesivo se alcanza un estado alterno y cercano a lo sacrifical”. Toda una definición del arte barroco.

Y por otro lado –por el mismo en realidad- hay una fuerte presencia de la política barroca, la última de voluntad ecuménica, aquella que en buena medida llegó a estas tierras mediante los Padres de la Compañía para traer la Tradición y que, una vez en retirada (por la fuerza), supo emboscarse, como decíamos antes, para salvaguardarla de “las luces”. Faretta une, mediante una operación literaria fascinante, la conspiración de los “alumbrados” (término irónico y nada ingenuo que utiliza Theodor Lenz para referirse a los partidarios del iluminismo) con las intenciones de Kleist-Mertens. Y al llevar adelante tal operación, toma posición, define los bandos. Hace verdadera política.


Años después –sabemos- vendrán los sucesos de mayo, en los que, si no entendimos mal la novela y nuestra Historia, la pugna entre esos bandos se verá reflejada en la Revolución, y de allí en más durante todo el todo siglo XIX argentino. Y recordemos, dato nada menor y pocas veces resaltado, que la Independencia es un acto de secesión frente a la España borbónica, la que tuvo lugar luego del fin del reinado de los Austrias. O sea la España que ya quería olvidarse de su espíritu tradicional.


Es Tempestad y asalto, con su romanticismo reconducido hacia lo barroco, con su universo fantástico y su anclaje histórico, un posible nuevo punto de partida para pensar y repensar el nacimiento de nuestra Patria. Y lo que fue, y lo que aún espera ser.


Hemos escrito algunas líneas y lejos creemos estar aún de dar cuenta de la profundidad de la novela. Hay símbolos y sentidos todavía por revelar. Nos queda mucho por entender. Una tarea por demás estimulante.


1- Tomamos la definición de autoconciencia que el propio Faretta acuñó en su libro El concepto del cine: “se sabe que se sabe y se sabe qué se sabe”.

2- De la misma manera podríamos decir que la impronta fantástica-romántica de la novela evita que el costado histórico caiga en el ya por demás desgastado, y desde siempre inútil, historicismo.